viernes, 14 de mayo de 2010

La historia de dos vidas paralelas: la tuya y la mía


"... A mi alma gemela y a todas esas mujeres que luchan en la vida por lograr sus objetivos".

Canto Marbán
Parte I. La aventura
Las dos pensábamos que la vida se pintaba con un único color: el rosa. Con lo que tú y yo no contábamos es que iba a encerrar tanto claro-oscuro. Aún así, amiga, es perfectamente caótica, como nosotras. Así es como queremos que sea. No nos conformamos con lo simple, nos gustan los retos. Podría ser rutinaria, perfectamente aburrida, con un amor dulcemente infiel a nosotras, pero desgraciadamente no nos gusta lo que quiere la mayoría. Nosotras preferimos sencillamente ser distintas y lo pagamos, lo sé. La soledad no es fácil, pero no me puedes negar que el miedo a pensar si en tantos momentos hicimos lo correcto, da morbo.

Primero fue la separación de nuestras raíces, de nuestra familia. Luego surgió una chispa entre tú y alguien y nació el amor. Fue un sentimiento nuevo, bonito, desconocido y miramos hacia atrás de reojo y saltamos. ¿Hacia dónde? Qué se yo...pero parece que va a ser divertido. Al principio nos sentimos plenas y como la comodidad era algo diferente a lo que habíamos vivido, nos detuvimos por unos instantes. Tres, cuatro, cinco años, qué mas da. Las cosas no salieron como esperábamos. Las plumas de nuestras alas comenzaron a romperse sin apenas darnos cuenta y poco a poco la purpurina y el brillo del decorado rosa se desprendieron. Nos sentimos encerradas y esposadas. Esto no era lo que esperábamos. Así que de nuevo, tomamos la maleta y un avión no se sabe muy bien hacia dónde... Bajamos a la calle y tomamos el primer taxi que había libre...

Parte II. La realidad
El coche no era muy bueno, pero mejor viajar acompañada, pensé... ¿Hacia dónde señorita? Nos preguntó el conductor. Mmm...creo que a la felicidad. ¿Usted viene conmigo? Estoy un poco perdida, demasiado tiempo compartiendo y olvidándome de mí misma... “Claro guapa, contigo, al fin del mundo”.

Con dos palabras bastaron...¡Vaya! No me había dado cuenta... se ha fijado en mí. Qué dulce suena. Recorrimos dos calles, dos largas avenidas y se pinchó una rueda. El motor se quemó y comenzó a salir humo. Perdone, pero tiene que bajarse. No sé qué ha pasado. Iba todo bien y de repente se ha averiado. Total, que me vi de nuevo sola, en la calle. Pensé que con este atractivo desconocido experimentaría algo diferente, creí haber emprendido un nuevo camino, pero nada de eso. En lugar de dos calles, había dado un par de vueltas a la misma manzana. Estaba en el punto de partida. Con la misma maleta y los mismos zapatos para caminar.

Respira amiga, hay que coger otro taxi. Pero soy cabezota... ¿Otra vez la misma historia? No gracias, prefiero caminar. Voy cargada de historias, con todos mis enseres encima. De nuevo en una ciudad sola. Todo el mundo parece chocarse conmigo. Claro, no se dan cuenta, van en pareja. Se besan, se miran, son cómplices. Me miran como si tuviese tres ojos en la cara. Sí, ¿qué pasa? Estoy sola. Voy cargada. Tengo frío y no sé dónde ir, pero estoy bien.

En el trayecto paran varios taxis.....Psst!! Súbete, te llevo. Subo, bajo. No está mal ir en coche de vez en cuando, el trayecto se hace más corto, es más agradable. Pero al final... ¡qué demonios! Son incómodos y aburridos. No da mucho tiempo a profundizar en un viaje tan breve.

Parte III. Conozco a alguien nuevo: Yo misma
Después de un tiempo caminando sola, caigo en la cuenta: Ya han pasado más de dos años. Este sitio no está nada mal. Me gusta. Ya no siento la necesidad de coger coches para llegar a mi destino. Me doy cuenta que caminar “revitaliza cuerpo y mente”. Claro que cuesta más, incluso desgasta, pero aprender a caminar a solas es muy positivo. En este recorrido he aprendido muchas cosas:

Aprendí a pisar fuerte y con seguridad, a dar pasos cortitos pero rápidos, a coger impulso, a saltar, a levantarme al caer, a amar y entregarme a los demás sin esperar nada, únicamente la compañía y el momento. Aprendí a relativizar el dolor y la necesidad. A disfrutar de las personas y de la creatividad.

A todo eso y más aprendí. Y también me descubrí. Me di cuenta de secretos que encerraba que nunca jamás nadie habría destapado. Fue de casualidad. Salí de la bañera, pisé en el suelo y todo estaba empañado. Entonces limpié un poco el espejo y vi a una mujer reflejada. ¿Y tú quién eres? Nos parecemos bastante pero ahora mismo no caigo. Entonces la mujer del espejo me habló.

Canto, mírate, eres tú.
¿En serio?, le dije. No te creo. Yo pensé que era algo más bajita y además, miro a mi alrededor y no veo a nadie, vivo sola ... ¿qué ha pasado?
Muchas cosas, sólo que tú estabas despistada, como de costumbre. Resulta que aprendiste a ser tú. A caminar sin necesitar que nadie te coja de la mano y te invite a salir a dar un paseo. Aprendiste a disfrutar de las cosas pequeñas y desarrollaste habilidades que estaban ahí sin explotar.
Ya, todo eso está muy bien, pero eso no es lo que soñaba de pequeña. ¿Dónde está el hombre, y la supercasa y...?
Tranquila, a veces nos empeñamos en que pase algo y mientras nos empeñamos, la vida avanza y sigue su curso. Da la casualidad que se ha esfumado la inseguridad, los príncipes azules se quemaron en un taxi en llamas y la casa idílica se redujo a un hogar confortable que no sabes hasta cuándo ocuparás.
Vaya...no está nada mal. Por lo menos sigo en pie.

Parte IV. Llamando a la tierra
Me miro de nuevo y ahora sí me veo. Contemplo mi figura y tiene algún que otro rasguño. Son heridas de guerra pero la sonrisa está ahí, nunca se borra, es lo que importa. Entonces me doy cuenta de todo y voy corriendo al dormitorio y me lanzo en plancha a la cama. Cojo el móvil y te llamo.... “Amiga...” ¿cómo estás? Tengo tantas cosas que contarte...Ni te imaginas, resulta que... (Después de horas colgadas al teléfono, la conversación deriva en lo de siempre...).

Las cosas pasaron mientras nos empeñábamos que sucedieran de otra manera y aquí estamos. Solteronas, con miles de metas en la cabeza y con ganas, eso nunca nos ha faltado. Somos dos guerreras y siempre hemos avanzado por sendas paralelas, con algún que otro traspiés pero de la mano.

Parte V. Aprendiendo lecciones
No importa que hayamos ido dando rodeo, que hayamos tenido que escalar montañas y no hayamos visto nada al llegar a la cima. Lo importante es que ahora, en este momento, estamos aquí, frente a frente. Saboreando un café y riéndonos de nuestra vida. ¡Qué ironías! Ya lo entiendo todo. He aprendido el secreto, ¿quieres que lo comparta contigo? Es mi secreto, pero te lo voy a regalar. Está envuelto en experiencia, amor sincero y mucha ilusión. ¿Te gusta? Es un truco. Son unas gafas mágicas, con cristales rosas. Así es como he aprendido a ver la vida.

Tienen bastante aumento, para que veas los baches en el camino
También tienen persianas para que sólo veas lo que tú quieras y obvies todo lo que no te interese.
La visión túnel es bastante útil porque te permite ver el final sin despistarte.
Con la opción prismático verás más allá de lo que percibe el resto. Si enfocas podrás detenerte en las cosas pequeñas y apreciar lo lejano desde otra perspectiva
En el modo rayos x, la intuición te ayudará a tratar a los demás y ver sus sentimientos. Está muy bien porque así no tendrás miedo a la hora de abrirte al resto.
Y ya para terminar el librito de garantías. Tiene todas las que tú quieras: mi amistad para siempre, tu felicidad siempre que lo desees y la seguridad en todas tus decisiones. Esto siempre ha estado ahí, sólo que nos despistamos con el brillo del decorado, el olor a perfume de hombre y los parámetros de nuestra educación...

Parte VI. Compartiendo experiencias
Comprender es la clave. ¿Por qué no romper con todo lo que nos produce infelicidad? No es fácil pero ¿quién dijo que la vida lo es? Hazme un favor. Pon un post-it en la nevera que ponga: “Acuérdate de quererte”, no lo olvides nunca amiga. Yo no puedo hacerlo por ti. Te quiero Laura.

3 comentarios:

Naima dijo...

Lindo relato, Canto. Y muy bien escrito, además. Transmites tanto optimismo... La vida es una montaña rusa. Lo que pasa es que cuando llevas mucho tiempo en la parte alta, bajar no gusta. Tampoco tenemos el manual para saber cómo bajar y sentirnos bien. Alguien escribió uno una vez, pero es un texto tan personal, que sólo le valió a esa persona. Aprendemos con el tiempo y de nuestros errores, es la única certeza que tengo, pero sobre todo no debemos olvidar levantarnos nuevamente cuando nos caemos. La experiencia no es en balde, te lo aseguro, y al final estoy convencida de que la gente buena, honesta, humilde, sincera... triunfa. Y para ello, la amistad es la mejor de las compañías.

Besos

Anónimo dijo...

Hoy después de años me he acordado de tí y de que tenías un blog... y me he llevado una sorpresa! Aquella estudiante en Valladolid, divertida, preciosa y muy jovencita me ha asombrado con un relato y una lírica que no esperaba en absoluto! Me ha encantado como describes el devenir de los años y las experiencias... Tienes estilo y cabeza, además de la belleza que ya conocía!
Tienes desde ahora en mí un admirador...
Vuestro amigo de Valladolid que vivía en una buhardilla... recuerdas? ;-)

Canto Marbán dijo...

Muchas gracias... Nunca antes había respondido a los comentarios en el blog porque soy un poquito despistada. Una buhardilla... Sigo pensando. Conozco dos personas con esa caraterística. Besos y gracias por los ánimos. Feliz semana