domingo, 7 de agosto de 2011

En la escalera...


Hay días en los que tal vez te sientas, perdido, desorientado, buscando señales en el camino y luces donde tal vez creas que sólo hay sombras. Justo en ese momento, alguien te recuerda que la señal está en ti mismo y las razones que nos llevan a plantear las cosas de aquella manera y no de la otra.

Hoy he recordado por qué un día me obcequé en volar lejos del nido, por qué avanzo sola en el sendero y por qué empeño todas mis fuerzas en actividades que requieren que esté siempre lista para enfrentarme a... sana para poder realizar... y serena para elegir con claridad.

Cuando pensaba que había demasiado polvo en el camino, demasiadas zarzas con afiladas púas que podían lastimarme, me di cuenta de que no era tan difícil.
Me encontraba en una escalera de mármol, de suaves baldosas y en pleno ascenso.

Así que de repente, decido sustituir el sendero polvoriento por una elegante escalera de caracol. Mis viejas zapatillas para correr por mis pies descalzos. No hay nada que pueda molestar a mi piel. Únicamente he de estar ágil para seguir en ascenso, sin fatigarme. Motivada para llegar a la cima y alcanzar y disfrutar lo que tengo en mi cabeza.

Me quedo con la sugerencia que hoy me dedicaron, sin saber lo que rondaba en mi mente:

"Da tu primer paso con fe, no es necesario que veas toda la escalera completa,
sólo da tu primer paso. Si ayudo a una sola persona a tener esperanza, no habré vivido en vano". (Martin Luther King)

A menudo emprendemos nuestros proyectos únicamente con nuestra propia fe y con menos apoyos de los que nos gustaría. Sólo vemos el primer peldaño y una vez que comenzamos a subir, de golpe y porrazo, despertamos y nos percatamos de que vamos ya por la mitad.

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