jueves, 19 de abril de 2007

"El marinero de La Razón"


¡Oh llama de amor viva,que tiernamente hieresde mi alma en el más profundo centro!pues ya no eres esquiva,acaba ya si quieres;rompe la tela de este dulce encuentro.
San Juan de la Cruz. Canciones del alma II

Con un país en la mochila, el abanderado de España en medio mundo y con el corazón en tantos sitios como naciones visitadas, así vive Jesús Fonseca su cruzada personal. En lugar de colonizar, informar, en lugar de educar por la fuerza, a través del mejor arma, la palabra. Un marinero del siglo XXI que incluso llegó a escribir desde un barco en Guinea Ecuatorial como quien se haya inmerso mar adentro y se basa en el código morse para hacerse con el resto de la civilización. El morse de Fonseca no es sino la propia lengua y la nota de color, su propio talante, su humor.

Hombre sencillo que a pesar de haberse sumergido en los lugares más recónditos de este loco planeta no ha pasado de puntillas para muchos de nuestros grandes contemporáneos. Un reconocimiento, el del Rey, un beso, el del Papa, su máximo apoyo, el de su familia, una pesadilla, la ejecución del político ecuatoguineano Macías Nguema.

Los versos de Fernando Pessoa, tal vez nos toque en el hombro la mano que llama a la barca que no viene sino vacía; y que en el mismo haz, ata lo que fuimos mutuamente y la ajena suma universal de la vida, que acarician los sentidos del más indiferente.

El subdirector de Blanco y Negro, corresponsal en Bruselas de TVE y los ojos de España en Senegal y otros tantos parajes, ha acariciado el papel con las noticias más recónditas. Amigo de Borges, Bioy Casares y Ernesto Sávato, desayunó con el Premio Nobel José Saramago, durante su estancia en Lisboa. Entrevistó a la "Dama de Hierro" e incluso tuvo tiempo para ser secuestrado por la guerrilla colombiana durante catorce interminables días. Todo ello sin dejar atrás las ganas de continuar por el mundo de la mano de su fiel amante, el periodismo y a bordo de su habitual medio de transporte, "aquellos viejos aviones de ayuda humanitaria".

¡Qué importante es el silencio, la reflexión, la tranquilidad! Confesó tras conversar con uno de los líderes contemporáneos, Su Santidad, Juan Pablo II.

¿Qué le queda por hacer a Fonseca? ¡Qué lástima que este mundo se encuentre dominado por los que menos idea tienen de lo que es la vida!¡Qué lástima que no prevalezca el conocimiento, la palabra, la propia experiencia! ¿Qué nos está ocurriendo? No dejemos que la guerrilla de los insensatos, de Crónicas Marcianas, de Salsa Rosa y otros tantos programas de una extensa lista negra vulneren la capacidad del diálogo coherente, evitemos que secuestren el placer de disfrutar de un buen libro, de caminar, de respirar, en definitiva, la libertad de opinar.



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