lunes, 22 de febrero de 2010

Por la puerta de atrás



Un que sí, que no, que no, que sí... Podría haber significado mucho más, pero lo cierto es que no interesaba. Lo de Estados Unidos y China pinta complicado y Obama no quería retroceder los dos pasitos avanzados con los chinos. En el horizonte, el propósito entre el Presidente americano y China de avanzar "Juntos". Con un desafío así, ¿para qué poner en peligro cualquier atisbo de relación por un coqueteo con un calvo que va "en cholas" a todas partes?

Lo cierto es que todo quedó en el tintero y en carteles luminosos, como si se tratase de un espectáculo de cabaret. Tras las cortinas de terciopelo rojo de este penoso espectáculo, me asalta una duda: ¿Para qué se organiza una reunión con un líder de tal magnitud y se le despide por la puerta de atrás? ¿Entre bolsas de basura?
Como en las pelis americanas, el final, debería tener un final feliz, aunque ondease de fondo la banderita de barras y estrellas. La respuesta es muy sencilla. Hay que dar una imagen de avance, de giro, un soplo de aire fresco, pero mucho cuidado, no sea que los votos se queden congelados.
Hay que encerar el Premio Nobel con píldoras de buenas intenciones y mirar de reojo a los votantes. Los americanos apoyan la independencia tibetana pero son conscientes de la importancia de mantener el contacto y las relaciones con China.

En el fondo de la cuestión, lo de siempre, los intereses económicos. Es preferible un leve reconocimiento meramente espiritual, un apoyo "muy zen" para los tibetanos que no haga peligrar el tejido empresarial en China. ¿Para qué convertirse en un bache para la dictadura comunista? Es mejor así. La mano de obra es barata y el Estado reprime a cualquiera que tenga ánimos de mejoras salariales.

La recepción elegida fue un acto sencillito, sin florituras, sin fotos y sin prensa. El Presidente de los EE UU se dio el gusto de recibir al Dalai Lama, de esta manera, por la puerta trasera. Ay, ay Dalai... ¿Habrá tenido que bajar las bolsas de basura de la Casa Blanca? Si llego a saber que el hombre es tan cumplido, le habría llamado el domingo para que me echase una manita con la limpieza. Qué descaro.

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