miércoles, 31 de octubre de 2012

El precio de un capricho

El puerto de Kesennuma es un punto rojo en la costa noreste de Japón. En este lugar se genera el 90% del comercio japonés de aleta de tiburón. Un sucio negocio salpicado de sangre a menester de paladares exquisitos.

Con la primera luz, los pescadores salen a la mar y sin escrúpulos mutilan a sus presas. Se les secciona aleta y cola y lo último y más cotizado por los japoneses: el corazón.

El puerto se ha convertido en un reclamo para los turistas más exigentes. Ubicado a 250 km al norte de Tokio, y con la promesa de comer la mejor sopa de aleta de tiburón, el país recibe autobuses llenos de turistas todos los días en verano.


















Según publica The Guardian, el 80% de los tiburones que llegan al puerto son tiburones azules, especie clasificada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza como casi amenazada.

Con el único objetivo de saciar a "delicados comensales," los animales son capturados para arrebatarles la aleta. El resto del animal no interesa y los cuerpos se devuelven al mar. La imagen es dantesca. Un mar teñido de rojo, tenido de sangre. Es el precio de un capricho.

Los más lujosos restaurantes se lucran incluyendo en su menú la famosa sopa de aleta de tiburón. Viendo imágenes como estas, ¿qué encuentran de apetecible?


2 comentarios:

Alberto Hugo Rojas dijo...

ES MUY TRISTE PERO ES ASI... DESDE HACE MUCHO Y SE SIGUE SIN CONTROLAR O MODERA.... ES ALGO MUY SANGUINARIO COMO OTRAS PRACTICAS CON LOS ANIMALES.

Canto Marbán dijo...

Gracias por tu sensibilidad...